
La vida sigue. Eso me dice la gente cuando me ve. Como si no entendieran que a veces la vida no sigue. Se para un poco para que aprendas a mirarla de otra forma, a estar pendiente de por donde pisas. La Ciudad es un poco un reflejo de la vida. Me destroza y me inspira al mismo tiempo.
He estado aprendiendo que la vida ocurre fuera de instagram. Que está genial tomar un café con tus amigos si verdaderamente estás allí, presente. He aprendido que me gustan las flores. No lo sabía pero me da ternura encontrármelas ahí, esperando que alguien las mire. He descubierto que me cuesta soltar y que me encanta hablar con la gente en el mercado. La señora que me vende las verduras sabe casi tanto de mí como mi psicóloga y, por extensión, también el que me vende el pollo (un saludo jesús).
Mis amigos me dicen: “aprovecha y escribe canciones”. Como si me hubiera tocado la lotería de la inspiración y no pudiera dejarlo pasar. Es verdad que hago canciones. Pero ni eso me ha servido esta vez. Porque la vida, que es como la ciudad y al mismo tiempo un poco como las flores, efectivamente no se para. Y por esperar no espera ni a las canciones. Hasta hace poco me daba miedo coger la guitarra. No fuera a ser que verdaderamente estuviera inspirado y escribir me confirmara lo que estaba pasando.
Pero, perderlas a ellas sería perderme a mí. Mi música y mis letras. Son parte de mí. Por eso no puedo dejar que se vayan, no quiero perderlas. Estas canciones son eso (si, esto es una promo). La vida, el desamor, la ciudad, un mal momento. Porque tengo la suerte de llegar a casa y que la guitarra siga queriendo pasar tiempo conmigo. Para recordarme que no estoy solo, que hay canciones esperando a hacerse realidad.
Si alguna vez has escuchado alguna canción mía (o te has encontrado 15 historias pidiéndote que lo hagas). Si has llorado por algo que te importaba o simplemente quieres asomarte a cuando me ha pasado a mí, te invito a sumergirte en estas canciones (unas cuantas) tan especiales. Ellas me han ayudado a decir lo que no podía decir. Me han bajado al fondo, pero sin dejarme solo. Porque, al final, la música es como la vida, la ciudad y las flores. Me destroza y me inspira a partes iguales. Y me salva una y otra y otra y otra vez.
Creo que estas son las mejores canciones que he escrito. Aunque están sin terminar.